Por su interés, reproducimos extractos de un reportaje publicado en el dominical de "El País" sobre los personajes reales en los que se basa la película "Fair game"
Si quieres empezar con mal pie, no tienes más que decirle a Valerie Plame que se ha pasado a Hollywood. Da igual que estemos en el corazón de Beverly Hills, y que su vida sea el centro de una película, "Fair game", (...) Plame te mirará muda, fría, elegante y superior, como una estrella de cine, con su melena de rubio idéntico al de su álter ego en la pantalla, Naomi Watts. Pero en Hollywood o fuera de aquí, en activo o víctima de una, digamos, jubilación forzosa a los 47 años, Valerie Plame es y será una espía. Ex espía ahora. A su pesar. "Yo estaba enamorada de mi carrera. Orgullosa de servir a mi país y de defender uno de los trabajos más interesantes que existen. Nunca sentí la necesidad de que los demás supieran lo que hacía" (...)
Basada en la autobiografía homónima, "Fair game" se centra en uno de los momentos menos honrosos de la presidencia de George W. Bush. Fuentes de la Casa Blanca filtraron a la prensa que Valerie Plame era una agente de la CIA. Querían castigar a su marido, el ex embajador Joe Wilson, por el artículo que escribió contra el Gobierno en un momento en el que se estaba con él o contra él. En 2003, durante la invasión estadounidense en Irak, no había más opciones. Lo recuerda el propio Wilson. "La Administración, deliberadamente, quiso confundir a la población poniendo en marcha una campaña de desinformación cuyo único objetivo fue desanimar a cualquiera que quisiera expresarse contra el Gobierno. Decirles: 'Si haces lo que Wilson, haremos a tu familia lo que le hicimos a la suya'.(...)
"Mi artículo fueron 1.500 palabras: Lo que no encontré en África. Y lo único que buscaba es que un profesor que me suspendió en civismo me dijera: 'Has mejorado", recuerda Wilson. El que fue el último embajador en Irak antes del bombardeo aliado en la primera guerra del Golfo, ese al que George Bush (padre) describió como un "héroe americano", quería más. Quería dejar de escuchar como si fuera un hecho que Níger estaba vendiendo uranio a Irak, prueba irrefutable según la Administración de George W. Bush (hijo) de que el régimen de Sadam Husein seguía adelante con su programa de armas de destrucción masiva y justificar así el nuevo enfrentamiento bélico. El vicepresidente Dick Cheney había pedido a la CIA una investigación sobre estas supuestas ventas, y Wilson fue el encargado del informe, no por estar casado con Plame, quien entonces trabajaba en la Agencia Central de Información en la división contra la proliferación de las armas de destrucción masiva, sino por haber formado parte del cuerpo diplomático estadounidense tanto en Níger como en Bagdad. Su artículo, publicado en The New York Times en julio de 2003, no decía más que lo que dijo su informe, que la Administración Bush desoyó.
La reacción ante el artículo no fue la esperada por Wilson. "Esa es la razón por la que presenté una demanda civil contra el señor Cheney, el señor Libby, el señor Rove y el señor Armitage. Por haber utilizado de manera deliberada el dinero de los contribuyentes para enzarzarse en una venganza personal". Wilson señala al entonces vicepresidente estadounidense, su colaborador Lewis Scooter Libby, al consejero Karl Rove y al alto cargo de la Casa Blanca Richard Armitage como culpables de la filtración de la identidad de Plame al columnista conservador Robert Novak. (...) La investigación concluyó con Libby como único implicado y condenado a 30 meses de cárcel por perjurio y no por traición, pena que Bush conmutó.
"Lo peor fue el efecto dominó que provocó", agrega Valerie Plame. En sus palabras no hay emoción. "Nunca me vi como una víctima y considero la amargura una pérdida de tiempo. Lo único que espero es que algo así nunca vuelva a ocurrir". (...) Tanto ella como su marido estuvieron disponibles durante el rodaje para Naomi Watts y Sean Penn. "Recuerdo que quedamos en el aeropuerto, algo que me extrañó. ¿Quién queda en un aeropuerto? ¡Los espías!", rememora la actriz. Penn fue a casa de los Wilson, y el actor y el ex funcionario llegaron a una perfecta simbiosis de "días Wilson, serios y sobrios, y noches Penn", según bromea el primero.
En lo que no se ponen de acuerdo es en la clase de película que han hecho. "Es Todos los hombres del presidente y Solo ante el peligro", opina Wilson, que compara la trama con una tragedia griega centrada en el poder -"en el abuso de poder"- y donde él y su esposa no son héroes. "Es una historia de ciudadanía", zanja. Plame prefiere verla como una película que llame a la acción. "Un filme que dice la verdad, que habla de relaciones personales y de espionaje en un contexto político", explica.
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15 de noviembre de 2010
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